Muchas interrogantes han surgido por este polémico suicidio ¿Por qué se suicidó Arguedas, ¿Fue por sus infortunadas vivencias infantiles y juveniles? ¿Fue por el fracaso de su primer matrimonio? ¿Por no tener hijos? ¿Por las críticas recibidas hacia su obra literaria? ¿Por los síntomas persistentes de su depresión, principalmente el insomnio y la incapacidad para seguir escribiendo? ¿Por la permanente sensación de hallarse entre dos mundos –el indígena y el hispano- sin pertenecer realmente a ninguno de los dos? ¿Por la progresiva alienación del mundo quechua al cual se sentía ligado emocionalmente? ¿Fue acaso una mezcla de todo lo mencionado? ¿Puede responderse a estas preguntas? Es difícil saber los motivos de este hecho, observándolos por los dos lados de la comprensión y la crítica, primero sabemos que en la depresión y su consecuencia fatal, el suicidio, influyen diversos factores: biológicos, psicológicos y sociales, en mayor o menor grado. Más difícil aún es determinar en qué medida sus síntomas depresivos contribuyeron a alimentar su obra, marcada por la nostalgia, la marginalidad y la polaridad, al punto de preguntarnos si habría Arguedas lo hacía para concientizar o más bien los pasos para ser el mismo parte de un sacrificio para lograr hacer entender a la gente su ideal, ya si lo miramos de esta perspectiva el expresar estas vivencias, cuentos, discursos, etc contados a su manera y expresando que por ellos sufría daños emocionales que lo marcaron, esto sería justificación suficiente que el daño que la gente hacían estos hacia los andinos podría llegar al extremo de causarles una muerte emocional terrible como la es el suicidio por ende Arguedas uno de los mejores representantes y defensores de estos hechos al realizar un suicidio cerraría con un broche de oro la idea de que el daño debe parar para no llevarse más vidas, por eso más que por depresión lo hizo como una obligación ante su pueblo que el amo y respeto en todo momento. Algo que no se puede negar es que fue un gran autor que reflejo tal como es la realidad que vive el pueblo andino.
“Al Dios que te hacía nacer y te mataba lo has matado ya, semejante mío, hombre de la tierra. ¡Ya no morirás!
Por: Alejandro Sánchez Núñez
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